viernes, 20 de abril de 2018

INTRODUCCIÓN IES. Juan Antonio Fernández Pérez. Melilla

   
      INTRODUCCIÓN
IES. Juan Antonio Fernández Pérez. Melilla
http://iesjafp.educalab.es/
En los últimos quince cursos académicos, he trabajado como maestra de apoyo a la integración en este instituto.
En un aula de Educación Especial o aula de apoyo,  además de apoyar áreas curriculares como Lengua o Matemáticas, es imprescindible contemplar otros aspectos que inciden directamente en la manera en la que los niños trabajan (estilo de aprendizaje) y en el rendimiento y resultados.
Así, el/la maestro/a de Educación Especial tiene, por una parte, que trabajar aquellas áreas en las que el alumno necesita adquirir cierto nivel de conocimiento y automatización, y que le permita progresar en el resto de asignaturas (me refiero principalmente a Lengua y Matemáticas), pero no centrándose sólo en los contenidos curriculares de las áreas (de las que en muchos casos son responsables, teniendo unos objetivos que cumplir y evaluando la asignatura en cuestión) sino además, satisfaciendo las necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE) de sus alumnos. Esto implica, por ejemplo,  mejorar y ampliar la capacidad de atención, percepción, memoria,  abstracción, etc., teniendo en cuenta su desarrollo personal e integral, para lo que no podemos olvidar su sociabilidad, autoconcepto y gestión de emociones.
Desde estas premisas se entiende la necesidad de  dividir las sesiones de trabajo, de manera que se abarquen todos estos aspectos mencionados.
En muchos casos, además,  es imprescindible crear horas de atención individualizada, ya que cuando las NEAE son importantes y requieren de un trabajo específico, es muy difícil cumplir con las exigencias del currículo de Lengua o Matemáticas y satisfacer las necesidades, paralelamente.
Al mismo tiempo existen casos (alumnos con síndrome de Asperger, por ejemplo) donde el nivel de competencia curricular sitúa a los alumnos en el mismo nivel que cursan, y las NEAE tienen que ser trabajadas sin perjudicar ninguna área o materia (sacarlos de una clase de la que el alumno se puede beneficiar no es nunca aconsejable).
Es una obviedad decir que un alumno motivado, que se siente capaz, que encuentra rédito a su esfuerzo y trabajo, y que se siente integrado entre sus iguales, tiene muchas más posibilidades de triunfar en su proceso educativo (y de vida, en general).
Y si así es para cualquier niño/adolescente que está en la edad en la que se termina de desarrollar su personalidad, mientras se adapta a un centro educativo nuevo (instituto), acomodándose a las nuevas exigencias, profesores y responsabilidades que implica el cambio de Primaria a Secundaria,  lo es sobremanera para nuestros alumnos, que tienen que añadir a las dificultades propias de la edad, el hecho de que salen de clase con el grupo de apoyo, que tienen adaptaciones visibles en las áreas (otros materiales de trabajo) y, en muchos casos, características físicas y/o psíquicas igualmente perceptibles y diferenciadoras.
En nuestro centro, el IES Juan Antonio Fernández Pérez de Melilla, llevamos años en la búsqueda de opciones pedagógicas que nos permitan arbitrar medidas para atender de forma integral a nuestros alumnos. Hemos probado diferentes formas de agrupamientos, compaginando el apoyo de las áreas de Lengua y Matemáticas con Ciencias Naturales y Sociales; terminando con apoyar únicamente Lengua y Matemáticas y, empezando  en el curso 15/16 a realizar un trabajo de EE específico, impulsado por  la jefa del Departamento de Orientación del Centro, Mª José Cornejo,  que entendió la envergadura de nuestras funciones y las necesidades reales de los alumnos.
Así, cuando las NEAE del alumno en cuestión lo exigían, como he dicho antes, se contemplaba la posibilidad de utilizar las horas de tutoría, e incluso alguna de las cuatro horas del área de Música en 1º de la ESO (siempre que la profesora de área viera oportuno utilizar estas horas sin perjudicar demasiado su posterior integración en las mismas), y se llevaron a cabo diferentes programas de atención individual.
Para ello, analizábamos en primer lugar los aspectos que hay que trabajar en mayor o menor medida, (para lo que ha sido fundamental  estudiar sus informes previos y realizar uno acorde a sus necesidades concretas)  y posteriormente hacer un barrido por la web, libros de texto, etc., seleccionando aquellos programas, actividades, juegos y dinámicas que mejor se adaptaran a dar respuesta a los objetivos propuestos, confeccionando de esta manera las diferentes sesiones que integran los programas de intervención a los que estamos haciendo referencia.


Respecto a la organización de la clase de apoyo, buscamos un espacio acogedor, donde los alumnos se sientan cómodos. Para ello,  las sillas se han ido cambiando progresivamente por pelotas de yoga, debido a los numerosos beneficios que reportan pero, sobre todo,  por las posibilidades que nos ofrece en el trabajo con alumnos con TDAH, ya que les permite “estar en movimiento” sin necesidad de dejar la actividad que tengan asignada en ese momento (obteniendo de ellas el estímulo cinestésico que necesitan); las mesas están organizadas en grupos de cuatro;  hay fotos de ellos, haciendo actividades de clase; están colgados en las paredes algunos trabajos, mandalas, etc.
A partir de la siguiente entrada, lo que vamos a ver son los programas llevados a cabo en el curso 15/16, 16/17 para terminar con el curso actual 17/18. Cada programa está integrado por las sesiones de trabajo, y en cada una de ellas se perfilan las actividades realizadas, los niños implicados y los objetivos perseguidos.

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